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sábado, 16 de octubre de 2010

Los errores

Guadalajara, Jalisco

Sábado 16 de octubre del 2010.

5.22. am

Hijos, navegado por Internet me encontré con un articulo que me pareció que puede pasar a formar parte de su herencia.

A continuación les presento mi interpretación.

El tema bien pudiera titularse: No tengas miedo de “regarla”.

¿Cuántas veces no hemos escuchado o participando en una conversación como la siguiente:

“¡Periquito No corras , te vas a caer!”

"Déjalo que corra, que se ensucie, que juegue con los otros niños", interviene el liberal abuelo.

La joven mamá responde: "No. Si se cae, no puedo salir disparada para levantarlo. Además, los otros niños son más grandes".

Entonces el abuelo se acerca a su hija y le dice, casi como un secreto: "Aprender a levantarse, defenderse y superar la caída por sí mismo, son las mejores herramientas que le puedes dar a tu hijo para el futuro. No le niegues esa posibilidad"….

¡Puff. me quede de “a seis”.!

Para muchas personas, las fallas son vistas como una humillación o una vergüenza de la que no pueden reponerse. Sin embargo, aceptar nuestros errores y trabajar sobre ellos, incrementa la autoestima y hace más sencillo el aprendizaje y el crecimiento como personas.

Las fallas son oportunidades de oro, son áreas a superar, retos pues.

No hay que temer equivocarse.

Quizá, si no estás cometiendo suficientes errores, pudiera significar que no estás tomando suficientes riesgos para llegar a donde quieres llegar con todo lo que esa timidez e inseguridad representa para la formación de tu carácter y personalidad ante las posibles complicaciones a las que inevitablemente te enfrentaras durante tu existencia.

Este punto de reflexión, conduce a otras mas.

Generalmente las personas tememos a cometer los siguientes errores:

1. Hacer el ridículo.

Conozco algunas personas que no tienen sentido del ridículo; a veces meten la pata, pero casi siempre se salen con la suya. Al final del día han aprendido una lección, y además también tienen una historia muy graciosa que contar a los amigos.

Quien teme hacer el ridículo, en cambio, se pierde de una de las mejores enseñanzas de la vida: ser suficientemente humilde como para reírse de sí mismo.

2. Amar a la persona equivocada.

La vida es tan generosa que siempre nos envía a un maestro del tamaño de la lección que tenemos que aprender. Si una historia de dolor, traición, mentira, violencia, abandono, al paso del tiempo, bien manejada la situación termina por templar nuestro carácter y nuestras emociones. Hay que hacer que cada lágrima valga la pena.

No hay errores, hay experiencias.

3. Opinar demasiado.

Sentarse hasta atrás del salón y no abrir la boca nos mantiene en una zona de confort y nos ahorra saliva, pero nada más.

Tomar el riesgo de dar nuestra opinión, de proponer o tomar una postura, aunque después nos demos cuenta que estábamos equivocados, nos permite aprender de nuestras reacciones y conocer a los demás.

4. Dejarse llevar por la corriente.

Probar looks, actitudes y tendencias no siempre significa imitar un estereotipo sólo por encajar. En el fondo, hay una búsqueda y esa es la primera lección. Uno puede acomodarse en algo que está probado y funciona, pero la curiosidad -signo inconfundible de la vitalidad interior- termina llevándonos hacia donde quiere ir el corazón. Hay que perder el miedo a equivocar el rumbo por seguir una corriente; la experiencia nos permitirá aceptar, desechar, o modificar las actitudes o tendencias y así crear nuestros propios hábitos y valores.

5. Ponerse en situaciones límite.

¿Por qué nos colocamos en una situación de riesgo? Cada quien tendrá sus motivos y podrá analizarlos una vez pasado el susto de la experiencia; sin duda, las situaciones límite son una oportunidad de ser más conscientes. Sobrevivir, renacer, salir raspado pero vivo, nos orilla a pensar en el valor de la vida. Además, en una situación crítica nos damos cuenta de qué estamos hechos, con quién podemos contar y a quién no queremos volver a ver. Pero la lección más grande en estas circunstancias es la certeza de que somos más fuertes de lo que pensamos.

Ya lo comento Joaquín Sabina en alguna de sus canciones:

“La vida no es un cuaderno de cuadricula”

Claro, en la vida y en el día a día las cosas no salen perfectas, nuestra capacidad de respuesta da una idea de quienes somos y de que estamos hechos.

Marco, Finito, El Ruco, El Tio Marquito, Toñin, o Marco Antonio López Flores…como ustedes quieran.

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